Fue un muy emocionante destino, gracias a la caminata que ralizamos observando el hábitat natural de los pingüinos y de qué manera viven su "día a día".
Nuestra sensación fue, principalmente, ternura y atracción, pero por otro lado, sentimos una sensación empática por el hecho de que son observados todos los días por cientos de personas y que no pueden tener privacidad. Aunque los guías digan lo contrario, creemos que esto una especie de exposición (aunque en su verdadero hábitat) y necesitan tener una vida tranquila.
Aprendimos, entre otras cosas, que los pingüinos se quedan mucho tiempo con sus crías cuidándolas hasta que éstas puedan sobrevivir por si mismas. También la guía nos contó que los pingüinos, a diferencia de muchos animales, se reproducen generalmente solo con una hembra, es decir, son pareja.
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